jueves, 31 de enero de 2013

El tren, nada que ver; todo por ver.


El tren es el mejor amigo de cualquier viajero. El avión permite salvar mayores distancias, el coche da más autonomía, pero por alguna razón, el tren tiene ese nosequé,quequeseyo que tanto fascina.

Y en esas estoy ahora mismo, hoy, madrugón, ducha y lluvia. Pero estoy aquí sentado en los puntualísimos Scotrail, camino de mi aventura, pero de eso ya hablaremos otro día… ahora os contaré lo que veo desde mi ventana, porque merece la pena…

No hay fotos, pero a buen entendedor, unos cientos de palabras le bastarán jejeje
Dicen aquí en éste país, que si no te gusta el tiempo, esperes cinco minutos, pero ya llevo un rato, y no parece cambiar… simplemente llueve desde hace unas cuantas horas. Es cierto, a ratos mucho y a ratos bastante, pero tampoco lo consideraremos “cambio”.
Pero bueno, miro por mi ventana y veo unos preciosos yard (a ver si aprendemos un poquito de inglés… campos) repletos de verde y helechos, y a ratos muchas gramíneas rastreras.
Sabiendo lo poco que sé, esto que veo me cuenta que hace unos años, todo esto debió de ser un bosque de agarrate y no te menees… Pero alguien se ha debido de pasar con la poda, y hoy sólo queda lo que veo, y claro hoy en día, aquí, nada crece más allá de un par de palmos, lo que nos indica que el viento debe estar presente durante un buen número de días al año… Lo poco que sí crece, son robles y algunos familiares, todos ellos desnudos en éstas fechas, aunque curiosamente, todavía se ven las hojas caídas a sus pies ¿cómo es que el viento no se las lleva? Pues algo me indica el porqué… creo que nada más caer se deben de empapar, y así, pesadas, ya no vuelan… Ese algo que me lo indica es un riachuelillo… nada, una pequeña corriente de agua, que no podemos ni siquiera llamar arroyo, eso sí, hay uno cada ¡¡30 metros!! Y luego sí, cada 15 o 20 de éstos, tenemos un arroyo ¡como Dios manda! Vamos, de esos que dan miedo de cruzar… Mejor no os cuento nada de los dos o tres ríos que ya he visto.

Esto es así durante una hora de mi trayecto, más o menos… hasta que me da por mirar por la otra ventana, allí el mundo es diferente… yo estoy en la ventana “del monte” (los esquiadores entenderán esta terminología), en la otra, la del valle, no hay yard, sólo hay lagos… al principio era el mar, luego fue un pequeño río, luego un lago, luego otro… y así durante una hora.

Podríais pensar que es monótono… bueno, yo lo estoy disfrutando.

Pd: como el tren parece (y mi altímetro corrobora) ir ganando altura, comienzan a aparecer las primeras nieves en mi ventana… en algunas colinas cercanas, en algún tejado… incluso he visto caer algún copo. ¡¡Igual vuelve Santa Claus!!

1 comentario: